jueves, enero 22

Att. El Mar


Constante movimiento de un espíritu bravo, que se viene a morir a blancas tierras para luego retirarse.

Fiero asesino cuando rizado y blanco se vuelve.
Lugar dónde nace y muere el lucero más preciado.

Confúndese con el hogar de los dioses, ya que la frontera no es percibida por la vista.

Símbolo que se divide para dar vida a seres sedientos.
Extenso, sin fronteras, pero a la vez tesoro solo de algunos.

Vida en sí, que ve nacer y morir a animales que da cobijo.
En su totalidad;
Vida y Muerte.

domingo, enero 11

Te amo...


Odio cuando una perdida tuya basta para hacerme sonreír...
Cuando espero ansiosa la llegada de tu mensaje...
Los minutos que pierdo contemplando tus fotos...
Las noches que lloro por que no puedo tenerte...
Ese sentimiento que me oprime el pecho y me impide respirar...
El dolor que me causa el que me hables de ella...
La necesidad de saber como estás y si eres feliz...
Los kilómetros que nos separa y me impiden abrazarte...
La incertidumbre de tu reacción cuando me veas...
Lo humillantes y patéticos que son mis sentimientos...

ODIO QUERERTE CON TODA MI ALMA!!

¡¡TE ODIO!!

martes, enero 6

Quiero volar.


Las yemas de mis dedos entraron en contacto con el frío cristal. Imaginaba casi a la perfección, la sensación que me produciría encontrarme al otro lado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y mis párpados cayeron lentamente.
El calor que ascendía del radiador confundía mis sentidos. Sumergida en mi propia fantasía, obligué a mi mente a repartir ese frío que sentía, por toda mi piel.
Observé una figura al otro lado, entre los árboles. Mis pies descalzos sobre la nieve y el precioso y delicado camisón, manchado de barro. Sonreí y vi como su rostro, un macabro reflejo del mío, me devolvía la misma sonrisa.
Observé horrorizada cómo sus ojos se abrían desmesuradamente. Había vuelto a hacerlo. Noté como propio, el último latido de su corazón. Su delicado y enfermizo cuerpo se desplomó sobre la nieve. Sus labios se tiñeron de oscuro, antes de manchar de carmín el blanco manto que la envolvía.
Sentí una dolorosa punzada en el pecho. Golpeé con fuerza los cristales, hasta hacerme daño.
Grité hasta sentir mi garganta arder. Estaba muriéndose de nuevo.
Mi cuerpo no me respondía. Frágil y sin fuerza, se negaba a seguir golpeando el frío cristal.
Pude sentir sus fuertes manos sosteniéndome, sus voces intentando calmarme, las correas que aprisionaban ahora mis muñecas…
Un pinchazo.
Volvía a estar tranquila.
Me tumbaron delicadamente sobre la cama. Nunca tendría el valor suficiente para ser la mujer de la nieve. Acabar con todo. Observé el último cuadro que había pintado en un momento de lucidez.
Una estrecha calle. El suelo desigual encharcado y todas las contraventanas cerradas. La lluvia golpeando los farolillos que la alumbraban…
Cerré los ojos. Apiádate de mí. Arráncame la vida y hazme libre.