lunes, abril 20

Preludio.


¿Por qué me hace tantísimo daño observar esa sonrisa sin color? ¿Por qué al recordar ese momento soy incapaz de hacer lo mismo, y me veo como una estúpida?
¿Sonriéndole a qué? ¿A quién? ¿Por qué motivo?
Una sonrisa dedicada a nadie causada por un momento de ignorancia, de mentes en blanco. No entiendo este inútil puñado de sentimientos absurdos que me desbordan.

Se le llama perdida de tiempo.
Si, atrévete a mirarme a los ojos. Estoy contigo aunque no me sientas, y nunca te abandono completamente. Observa en esa mirada mi presencia y aprende a vivir con ella, pues no voy a irme. Se que puedes verme sonreír aunque la persona que se refleja en el espejo no lo haga.
Tú. Yo. Nosotros. Un mismo cuerpo. Pero nunca, nunca, una misma persona.
Su ausencia me consume, me quema lentamente lacerando mi alma con llamas de indiferencia. ¿Y cómo te atreves, tú, inmunda apariencia de tan compleja y perfecta alma, a permitir esta distancia? ¿Quién te ha dado permiso para tomar tal decisión? No te atrevas a creer ni por un segundo que ejerces alguna clase de poder sobre mí. No te lo permito. He sido muy benevolente, paciente e incluso comprensivo. Pero estoy aburrido. Aburrido de tu estupidez y tus pensamientos de niña mártir.
Esto se ha acabado, despertare dónde y cuando quiera. Interrumpiré antes de que me necesites. No te equivoques, no soy el caballero de armadura brillante y andares de héroe que va a salvarte. No oses dar un paso en falso, pues te hundirás y yo seré el primero en empujarte al fondo. Pues puedes hundirte sin arrastrarme a mí contigo, créeme. Eres dispensable y tu presencia es non grata.
No te estoy echando, pues no puedo cargar con los recuerdos de toda una vida de la que apenas soy participe. Pero ten muy claro que crearé los míos propios, y pronto este cuerpo será tan tuyo como mío. Tendrás que luchar por despertar cada día y no te conduciré por el camino fácil. Pronto vivirás largas temporadas de letargo donde podrás observar, tras la cortina de la impotencia, lo que ocurre a tu alrededor.
No es una amenaza, no me malinterpretes. Tan solo un aviso. Agradece este gesto por mi parte, pues no volverá a repetirse.
Suerte, pequeña.
Esta vida es muy puta, y tú, no estas preparada para ella.