miércoles, febrero 4

Fotos en sepia.


Al fin lo entiendo.
El delgado e indestructible cordel que pende de mi pecho.
Ayer me atreví a buscar el lugar en el que desemboca el otro extremo. Deslicé mis dedos por los pensamientos confusos con olor a esperanza, aferré la pasión de un rojo intenso y comencé a tirar de la adoración más absoluta. Fui descubriendo que del cordel pendían imágenes en sepia.
En la primera no pude percibir nada, tan solo un ligero aroma a azahar teñido de preludio.
La segunda tenía la esquina izquierda doblada. Un pequeño feto crecía en una maceta. Una niña de sonrisa traviesa lo regaba con palabras que rebosaban los bolsillos de su vestido de verano. Su mirada adulta amedrentaba al objetivo que se había atrevido a retratarla.
La tercera captura mostraba a una hermosa joven. Su cabello negro ocultaba sus ojos y se trenzaba a un lado de su cuerpo, hasta acariciar su cintura suavemente. Sus labios ocultaban una sonrisa, pero su mano derecha estaba fuertemente agarrada a una cadena cuyo final no se alcanzaba a distinguir.
La cuarta me recibió con acogedora suavidad. Un violoncello se recostaba sobre la pared de una majestuosa habitación. Cubría una áspera tela estropeada, de un extravagante color plateado, su majestuoso cuerpo. Ni el polvo ni el paso de los años habían dañado su madera, pues aquella áspera tela lo protegía. Fui capaz de sentir las caricias que el instrumento me ofrecía, y una discreta lágrima rodó por mi mejilla.
Más adelante las imágenes se volvieron confusas, borrosas, caóticas.
En alguna distinguí besos con sabor a promesas, las manos entrelazadas de dos niñas, una pintura en blanco y negro…
Entonces lo comprendí.
Una delicada mano aferraba con fuerza millones de momentos vividos. Ascendía por ella un sentimiento insondable que me conducía hasta un rostro tallado en mármol.
Tú sostenías el otro extremo del cordel.
Tus ojos agradecieron mi valentía, pero tu silencio me castigó por la tardanza.
Ahora todo está claro.
Sonreí y mis labios escribieron una palabra entre tú y yo.
Amantes.