miércoles, diciembre 17

Volveré a verte.



Una respiración acompasada. La yema de mis dedos deslizándose sobre tu rostro, en una muda caricia. Grabando a fuego tus rasgos en mi alma. Memorizando el tacto de tu piel, su aroma y suavidad. Y de pronto…un suspiro. Tu aliento choca contra el muro de mis labios, que ahora se entrelazan con los tuyos en un baile perfecto.
Un más que conocido viaje para mí. Aun así, nunca llegaré a comprender todos los matices que hacen cada beso único.
Las mejillas sonrojadas, el pelo alborotado sobre la almohada, los parpados caídos y la boca entreabierta. Un ángel. Mi ángel.
Tu casto cuerpo se ve mancillado por mis impúdicas manos. No sé cuánto tiempo estarás para mí, y no soy capaz de abstenerme.
Dime. ¿Acaso estoy cometiendo pecado? De qué otra cosa podría tratarse…Demasiado hermoso y perfecto en su complejidad.
Ahora susúrrame que me amas, sé la razón por la que respiro cada segundo. Róbame noches de sueño y pensamientos impuros. Recuérdame por qué estoy únicamente para ti, por qué te amaré siempre.
Sonríe para mí y hazme la persona más feliz del mundo. Quiero ser la causa de tu dicha, el punto de apoyo en tus pesares y penas.
Dame todo lo que ansío y deseo. Tan solo quiéreme. Demuéstrame que este sentimiento desembarcará en orilla de confidencia. Ten la certeza de que te amaré hasta el final de mis días y aun después, afrontando lo que nos depare, te esperaré.
Ahora vuela, sé libre. Sé que no puede retenerte, nadie lo hará nunca. Pero tengo la seguridad de que volverás a mis brazos, siempre lo haces, porque siempre habrá un sitio para ti.
Ríe, llora, enamórate, odia. Yo siempre estaré aquí para resguardarte de lo que la vida te tenga destinado.
Tu marcha ya es un hecho. Te inclinas y acaricias tus labios con los míos. ¿Será la última vez? Suspiro y sonríes. Cuanto te echaré de menos…

lunes, diciembre 15

Fin.


Abrí la puerta de un tirón seco. Sentí como me quedaba vacío, y de pronto ese vacio se llenó de odio, ira y dolor. Corrí hasta nuestro lecho y aferré por el cuello al joven del hermoso rostro. Con excesiva fiereza lo lancé contra la pared, tintando esta de carmín. Volví el rostro hacia mi amante, mi compañero, mi amigo...mi todo.

Él había cubierto su desnudez con las sábanas y me miraba impasible. Golpeé su mejilla mientras las lágrimas de sangre manchaban mi marmóreo rostro.

-¡¿Por qué?!- grité, con el rostro crispado por el sin fin de emociones que se debatían en mi interior.

Clavó sus fríos ojos en mí y se incorporó en la cama.

-Sal de la habitación- ordenó.

Gruñí mostrando mis colmillos y volví a golpearlo, esta vez con más fuerza. Su labio se partió y la sangre manchó las blancas sábanas. No era capaz de detener las indiscretas lágrimas que recorrían mis mejillas.

-No quiero volver a verte, Gabriel. Me he cansado de ti.- murmuró con serenidad.

Sentí un brutal golpe en el pecho que me dejó sin aliento, y de pronto un enorme nudo se instaló en mi garganta. Había estado esperando aquellas palabras desde el primer día, pero nunca pude ni tan siquiera imaginar lo difícil que fue asimilarlas. Siempre me había sentido inferior, tan solo un afortunado por poder estar junto a él. Ahora mi suerte se había acabado.

-¿Qué he hecho? Por favor, dime qué he hecho mal.- supliqué con desesperación.

-Ya te lo he dicho, estoy cansado de ti.-

Era incapaz de hablar. Alcé una mano para acariciar su rostro, pero él la apartó de inmediato. Comenzaba a ahogarme, aunque eso era imposible.

-Vincent. Perdóname.- rogué en un susurro.

-Sal de la habitación. Y no vuelvas a ponerle la mano encima a ninguno de mis compañeros.- murmuró mirando al sangrante joven a los pies de la cama.

Me desesperaba el no poder verlo con claridad a causa de las lágrimas que inundaban mis ojos. Caí al suelo de rodillas, temblando. Un rugido desgarrador brotó de mi garganta. Apreté los puños con fuerza y alcé la mirada hasta sus ojos con impotencia. Vincent. Mi Vincent. ¿Ya no era suficiente para él?

-Fuera.-ordenó de nuevo.- Nunca más. No vuelvas aquí nunca más, Gabriel.-su voz no vaciló, era firme y serena.

Me puse en pie gruñendo amenazadoramente. Aferré su mandíbula y alcé su rostro. Sus labios entraron en contacto con los míos, pero no me besó. Fue un mero roce sin ninguna clase de sentimiento o emoción.

Después de aquello fui incapaz de no derrumbarme. Observé por última vez sus ojos y salí de la habitación dando tumbos hasta llegar al jardín. ¿Cómo iba a vivir sin Vincent? ¿Para qué quería una eternidad si no era para "vivirla" con él? Estaba siendo castigado por todos mis pecados, pero al contrario de lo que siempre había pensado, iba a ser incapaz de soportar el castigo. Aullé de dolor mientras mis rodillas se clavaban en la blanda tierra. Desgarré mis ropas sin ningún cuidado, y arañé mi perfecta piel. Torturé y mutilé mi cuerpo a fin de sentir cualquier otra cosa que no fuese aquel terrorífico vacío, esa sensación de estar ahogándome. Desgarré la piel que él había tocado, desprecié la sangre que él había bebido y me tendí en el suelo entre violentas convulsiones. Cerré los ojos concentrándome en el dolor físico que estaba viviendo, pero su rostro ocupó mis pensamientos por completo. Aún te quiero. Sollocé agonizante. Intenté cubrirme con la mano del ardiente sol que comenzaba a ascender en el cielo. No era capaz de mover mi cuerpo, en parte a causa de la pérdida de sangre, y por otra parte, a causa del sopor que me arropaba cada amanecer. Un ardor insufrible se apoderó de cada poro de mi piel. Quise gritar hasta que mi garganta se desgarrase, pero había perdido el total control de mi cuerpo. No evoqué mi vida humana, ni a mi familia, ni tan siquiera a mi maestro. Hasta el último de mis pensamientos fue...para él.

Pardonne moi por te voler un baiser...


Siento no poder abrazarte esta noche. No poder hacerlo la siguiente y no saber si podré alguna vez.
Siento haber roto mi promesa. Quiero que sepas que me duele lo mismo que a ti.
Aunque no pueda tenerte, sigo siendo tuya. Aunque no pueda demostrártelo, sigo queriéndote.
Aunque mis promesas ya no valgan nada, no volveré a avivar un fuego que no sé cuánto durará.
Te dije que lo eras todo para mí, que haría cualquier cosa por ti. Ahora que mis palabras no se corresponden a mis actos… ¿Dejarás de creer?
Sin ti no hay un yo, y sin un yo no hay un nosotros. Recuérdalo.
¿Qué se puede decir cuando tus palabras carecen de credibilidad?… ¡Perdóname!
Ahora cada “te quiero” que susurra tu voz es una nueva herida. Heridas sin las cuales me sería imposible seguir viviendo.
Recuerda que ahora mi alma está llena de cicatrices, puede que el tiempo las haga más pequeñas, pero no desaparecerán nunca.
Tan solo te pido que sigas sintiendo mi presencia a tu lado cada noche, que tengas la seguridad de que siempre estaré ahí para ti.
Ignoraré a cada uno de tus amantes, haré oídos sordos de tus caprichos…Pero prométeme que volverás. Que no dejarás que me consuma en la añoranza de algo que no tengo y nunca tendré…

Júrame...



Fui consciente de lo que me pedía.
El grado de entrega que suponía aquello. Mi total sumisión.
¿Estaba preparada para algo así?
Un juramento era algo con mucho poder. Al menos para mí. Nunca juraría nada a no ser que estuviese completamente segura de poder cumplirlo.
Estudié sus ojos con detenimiento. ¿Estaba enamorada de ella?...Si. No encontraba otra explicación a mi comportamiento.
¿Me iría de su lado por voluntad propia?...No.
Y deseaba con toda mi alma ofrecerme a ella.
Suspiré.
¿Y si llegaba a cansarse de mí?
Yo seguiría atada...

-Juro que me ofrezco voluntariamente a ti. Te juro todo mi amor y mi adoración. Y juro que nunca mi iré de tu lado por voluntad propia. Soy absolutamente tuya y de nadie más.- sentencié sin apartar mi mirada de la suya.


”Always yours, always mine, always ours…”