jueves, marzo 3

Tengo los pies fríos

Me quito los zapatos junto a la puerta de la habitación, y camino descalza hasta esconderlos bajo la cama.
Llevas varias horas dormido. La ventana abierta deja pasar luz suficiente como para distinguir tu silueta desnuda entre las sábanas. Una suave brisa nocturna acaricia tu cabello. Te ves tan perfecto.
Siento la necesidad de tocar tu pálida piel tan cálida, y reconocerla como mía. Los jeans y la camiseta del martes, acaban enredados con los zapatos bajo la cama. Muerdo mi labio inferior pensando en si seré lo suficientemente egoísta como para despertarte. Una sonrisa juguetona se escapa de mis labios, y va desdibujándose hasta salir por la ventana y bailar con las estrellas.
Rozo la punta de tu nariz con mis labios y frunces el ceño. Una risita de niña traviesa, y beso el hueco entre la clavícula y tu cuello. Un suave suspiro interrumpe tu respiración. Se que estás abandonando tu sueño.
Mis manos se deslizan ahora por tu pecho, perdiéndose bajo el mar de sábanas. La luz de la farola que alumbra mi calle, se refleja en tus preciosos ojos cuando los abres.

-Siento haberte despertado.

Mentirosa. Me gusta jugar a cree que no sé. Sonríes y susurras que no importa, mientras tus brazos rodean mi cuerpo.
Buscas mis labios y gustosamente acepto que juegues con ellos. Te recuerdo que mis manos siguen bajo las sábanas, sobre tu cuerpo. Una íntima caricia más y tus ojos revelan el deseo.

-No vas a dormir más por esta noche…

Pero eso ya lo sabes.

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